Introducción

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(Alain Ochoa)

1. Internet y sociedad

Cuando pensamos en Internet, la primera imagen que nos viene a la cabeza es uno de esos rankings televisivos con los vídeos más vistos de YouTube: niños dándose golpes tontos, adolescentes teniendo caídas aún más tontas, y algún que otro gatito
haciendo playback. Sólo hay otras dos acepciones de Internet que surgen de forma espontánea: “repositorio mundial de pornografía” y “peligroso para los menores”.

Hasta que nuestra vida cambia. David de Bronkart [1] lo define como un momento de revelación, un instante preciso en el que uno pasa de que su salud le preocupe “lo normal”… a que le importe de verdad. A que quiera saber de memoria los resultados de todos sus análisis desde que nació. Y comprender qué significa cada cifra. Ese instante suele coincidir con el diagnóstico de algo malo, muy malo o incluso sin esperanza. De Bronkart estuvo en el extremo más sombrío de esa balanza cuando le diagnosticaron un cáncer que tenía aparejada una mediana de supervivencia de apenas seis meses. Entonces quiso saberlo todo de su historial clínico, sus enfermedades anteriores, el tipo de tumor a que se enfrentaba, los nuevos tratamientos, las historias de otros enfermos parecidos. ¿Y por dónde empezó? Por Google, naturalmente.
¿Naturalmente? Para cualquier persona nacida a partir de 1990, Internet es algo que ha estado siempre ahí. Pero, incluso para los demás, es fácil olvidar que Google sólo existe desde hace 12 años (nació como proyecto de investigación en 1996 y como empresa en 1998); sin embargo, se ha convertido en algo tan omnipresente que los angloparlantes ya lo conjugan como verbo. La Red en su conjunto no estalló como medio masivo hasta los noventa, pero el mundo ya es inconcebible sin ella. Por Internet se puede ir al banco, hacer la compra, pasar por la librería, pagar a Hacienda. Se pueden enviar y recibir cartas, fotos, vídeos, canciones. Se puede saber qué menú ponen en los diez restaurantes que te rodean mientras das un paseo, llamar por videoconferencia, consultar mapas ultradetallados de cualquier lugar… De un primer vistazo, parece el invento supremo: una tecnología que sirve para todo. Era cuestión de tiempo que la utilizáramos para lo que más nos importa: nuestra propia salud.
Al fin y al cabo, ya es parte de nuestra vida cotidiana: más de la mitad de toda la población española se conecta a Internet; además, la mayoría de los que utilizan la Red lo hacen prácticamente a diario [2, 3].
(continúa)

2 respuestas a Introducción

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